Giralt-Miracle y el tiempo, libre

Los impresos de Ricard Giralt-Miracle para anunciar los cierres de su imprenta durante las vacaciones de Navidad y verano se encuentran entre lo mejor que se imprimió en España durante los años 50 y 60. Fueron piezas diseñadas e impresas por él mismo.

En estas ‘plaquettes’, modestas por definición, G-M encontró la libertad de combinar los textos y las imágenes de una manera nunca vista antes:
el diseñador pasaba por primera vez a ser también el editor y el impresor.

No sólo eran ‘Do-It-Yourself’ por imprimirlas con su maquinaria tipográfica, sino que los contenidos gráficos: dibujos a pincel, tipografías de metal o antiguos rosetones litográficos eran parte de su archivo o de su propio repertorio artístico. Eran el material del que disponía a diario, y que no le suponía un coste añadido a la hora de imprimir. Material económico al que sacaba partido con papeles escogidos minuciosamente y con manipulados especiales que resultaba en pequeñas joyas que sus amigos y clientes esperaban ansiosamente.

Los rosetones y filigranas que aparecían a menudo eran, de hecho, dibujos de su padre: Francesc Giralt, notable grabador litógrafo y encargado en la legendaria imprenta Seix y Barral de Barcelona. Ricard entró a trabajar allí con quince años, poco antes de la exposición del 29. En 1947, tras la guerra, el exilio y los campos de prisioneros, volvió a Barcelona y fundó Filograf, donde trabajó hasta su muerte en 1994.

La composición de textos tipográficos con grabados antiguos, linóleos y sus propios dibujos a pincel –elementos completamente dispares entre sí- le llevó a formular una teoría en la que llamó a la tipografía ‘Ikebana occidental’. Basándose en la idea del arte de los arreglos florales japoneses, se preocupaba de una distribución delicada, del uso del espacio en blanco y del color para conseguir el efecto más equilibrado posible entre los elementos de la página.

Giralt-Miracle entronca la tradición ‘noucentista’ catalana con el diseño internacional de la segunda mitad del SXX. Se relaciona también con dos de los movimientos más interesantes de la Barcelona de la posguerra: el grupo Dau al Set (su influencia en los impresos de Tharrats es palpable) y en el grupo R de arquitectura.

Esta inquietud intelectual también se encuentra en su elección de textos y poemas para las ‘plaquettes’. Autores como Maragall, Riba, Carner y Foix conviviendo con salmos bíblicos o con clásicos como Lope de Vega. Escogidos siempre desde la cercanía de sus propias lecturas.

El espíritu del artista completo que él tanto admiraba en Alexandre de Riquer, siguió vivo en su trabajo más experimental. En sus propias palabras: “Después de los ordenadores vendrá otra cosa y también saldrán artesanos de esta otra cosa, poetas que escribirán líneas bellísimas y habrá gente, una especie de remanente fiel, que pondrá en marcha la cometa que habrá construido en casa, y la hará volar con la ilusión mas pura. Lo creo con toda convicción.”

Vistos hoy, sus impresos resultan completamente actuales. Tanto por su calidad gráfica como por la actitud ‘D-I-Y’ que supo aprovechar de manera visionaria.